domingo, 15 de febrero de 2009

El nuevo cine de acción


Desde hace algunos años he pensado lo siguiente: el cine de acción está en crisis.

A lo largo de las décadas, dos cinematografías se han encargado de cultivar dicho cine: Estados Unidos y Hong Kong.

Cada una ha tenido muy claras sus fortalezas. Los hongkoneses se han enfocado en la realización de impresionantes secuencias de acción física: Bruce Lee con sus peleas brutales y unidimensionales, Jackie Chan con su virtuosismo y sus proezas suicidas, Liu Chia-Liang con sus conocimientos del armamento y técnica del Kung Fu, John Woo con sus balaceras vertiginosas, Yuen Woo-Ping con sus coreografías espectaculares, Tsui Hark con sus épicas deslumbrantes, etc.

Por otra parte, los hollywoodenses han sabido presentar historias bien contadas, en las que el público se logra identificar con los héroes y se preocupa por su devenir. Las secuencias de acción ayudan a intensificar el conflicto del protagonista, hasta llegar a un climático enfrentamiento final. Ejemplos de esto serían las películas de Sam Peckinpah, como The Wild Bunch (1969) y Bring me the Head of Alfredo García (1974); los films de John Mctiernan, como Predator (1987) y Die Hard (1988); o la divertida saga Lethal Weapon (1987, 1989, 1992, 1998), de Richard Donner. También está el caso de Speed (de Bont, 1994), The Terminator (1984) y Terminator 2 (1991), de James Cameron, y el trabajo de otros directores como Walter Hill, Steven Spielberg, Tony Scott, Don Siegel y Michael Mann.

Todo esto ha cambiando, y para mal. El cine de acción hongkonés ha reducido cada vez más la cantidad de acción en sus películas, así como el tiempo y la dedicación que se destina a realizarlas. Las historias y los personajes no han mejorado con esto. Ringo Lam se ha mudado a Occidente para filmar películas de Van Damme. Donnie Yen intenta rescatar el género, pero los años pasan y no hay actores que pudieran suplirlo a él, a Jet Li y a Michelle Yeoh.

En Estados Unidos, las narraciones cada vez son más pobres y las secuencias de acción no logran generar tensión. Michael Bay parece haber involucionado. Sus primeros films, como Bad Boys (1995) y The Rock (1996), lograban el objetivo de entretener. Ahora, su Transformers (2007) nos obliga a preguntarnos por qué no nos dieron un “joystick” en la entrada. Peter Jackson y George Lucas invirtieron mucho dinero y tiempo en las escenas de acción de sus más recientes superproducciones, sin embargo, éstas no poseen una cadencia adecuada y terminan por caer en la monotonía. Len Wiseman dirige Underworld (2003) y Die Hard 4 (2007); ambos films son de “bostezo inevitable”, para utilizar la terminología de Leonardo García Tsao.

Quizá la última etapa de la era dorada del cine de acción se dio a finales de los años noventa, cuando Hong Kong y Hollywood unieron esfuerzos para crear varias películas destacables. La ya clásica The Matrix (Andy y Larry Wachowski, 1999) combinaba la tradición de la narración estadounidense con la intensidad de la acción hongkonesa. Charlie’s Angels (McG, 2000) mezclaba eficazmente el humor absurdo con la sensualidad y con secuencias trepidantes bien orquestadas, gracias a la participación de Vic Armstrong (habitual en los films de 007) y del coreógrafo Yuen Cheung-Yen. John Woo filmaba Mission: Impossible II (2000), con un oficio y una intensidad que muy pocos directores han mostrado recientemente. Ang Lee le dio un empujón a su carrera con la excelente El Tigre y el Dragón (2000); Yuen Woo-Ping aprovechó los recursos que le brindaba esta producción para crear lo que quizá sean las coreografías más impactantes de su carrera.

Por su parte, Luc Besson ha hecho lo suyo para mantener vivo al cine de acción, produciendo filmes menores, pero mirables, como The Transporter (Yuen, 2002), Unleashed (Leterrier, 2005), y la saga de Taxi (1998, 2000, 2003, 2007) que, si bien es divertida, tampoco se trata de una colección de clásicos del cine vertiginoso.

Christopher Nolan, Bryan Singer, Guillermo del Toro y Sam Raimi se han esmerado con sus adaptaciones de historietas; realizando, quizá, lo más destacado del cine de acción hollywoodense actual.

En el Oriente, lo más relevante del cine de acción en esta década ha sido filmado por el consagrado director Zhang Yimou: Héroe (2002), La Casa de los Cuchillos Voladores (2004) y La Maldición de la Flor Dorada (2006). Ésta última no tiene tanta acción como las otras dos, pero la batalla final es, probablemente, una de las más espectaculares que se hayan visto en la historia del cine.

Mis recomendaciones más recientes serían: I Am Legend (Lawrence, 2007) y Taken (Morel, 2008). Nada del otro mundo, pero por lo menos no duermen.